martes, 30 de diciembre de 2008

Sobre 'Cántico', con placer

Digamos ‘Cántico (Fe de vida)’; Tregastel (Bretaña), 1919-Wellesley (Massachusetts), 1950.

En 1919, Jorge Guillén era lector de español en la Sorbona; en 1950, impartía enseñanza en el Wellesley College. A la Sorbona fue por influencia de Salinas y por elección, al Wellesley, por influencia de Salinas y el destierro.
Su madre muere en 1923; su esposa Germain, en 1947; su padre en 1950 (en 1949 fue a Valladolid a visitarle por la gravedad de su estado). Su amigo Salinas, su amigo Salinas también fallece en 1951.

Pero de 1919 a 1950, ‘Cantico (Fe de vida)’.

Desde mi ignorancia, no diré que el último gran libro de poesía del siglo XX escrito por un español; ni que es uno de los tres imprescindibles para conocer el 27 de la poesía; ni que se ha leído poco y sin atención suficiente; aunque lo pienso. Por el momento, lo que me importa, Cántico y yo, a solas.

En fin, cántico, sí, y fe de vida (¿qué es fe de vida?). Pero hay un hombre que sufre, y se nota en el verso desde el título. Cántico, ¡sí!, pero no fe en la vida, no esperanza en la vida, esperanza de dicha, esperanza de vida, siempre, fe de vida, actitud ante ella, siempre dispuesto a encontrar alegría. No porque abunde, no, sino porque nos es necesaria. Hala, a cantar, que así se olvidan las penas. (Seguro que usted conoce el refrán mejor que yo.)

Dar fe, si usted quiere, certificar. Dar fe de vida, certificar una actitud anta la vida: cántico.Si vamos al DRAE
Fe de vida:
1. f. Certificación negativa de defunción y afirmativa de presencia, expedida por un funcionario.
2. f. coloq. Acto de presencia o noticia auténtica del que permanecía alejado. Dar fe de vida.
¿Hay un hombre muerto en ‘Cántico’? Sí. Jorge celebra su mundo, en el que marca distancia con el del resto de los hombres. El mundo está bien hecho, sí, pero no hace falta ir a Clamor para encontrar que el hombre no lo está, ni sus ciudades. Sí, el mundo, la naturaleza; no, los hombres, las ciudades.

‘Con voluntad placentera’, dice Jorge con Manrique. No con placer, no, con voluntad placentera, activo en el hallazgo de placer. Con Garcilaso: ‘Que el puro resplandor serena el viento’. Viento: tránsito o cambio. En Jorge (que así le llamaré si no me dice que le molesta), metafísica: la transformación de la realidad. Y Jorge dice: ¡qué más da!, el puro resplandor, el puro ser, la pura presencia, el puro resplandor de las cosas, su pura observación, con voluntad placentera, nos ayuda a olvidarnos de su variabilidad incomprensible. Por eso Jorge celebra el misterio, los límites, lo escaso de la razón para aprehender el mundo, y lo prodigioso (que no mágico) que nos resulta al contemplarlo.
Jorge no renuncia a la razón, no ceja en el empeño de explicar el mundo (por eso la relidad es prodigiosa, no mágica), pero su pura luminosa presencia es un consuelo maravilloso.

¿Tienes una tesis doctoral pendiente? Yo no. Así que este trabajo que inicio (en apariencia) no tiene por qué conocer un final, aunque no le falte ambición. ¡31 años!, Jorge, para escribir tu libro. ¿Cómo pretender abarcarlo con una lectura lineal? ¡Qué estupidez!
Amigo lector (es decir, yo), ¿me tendrás paciencia?
¿Cuándo llegarán más noticias? ¡¿Te parece poco lo dicho?!

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