miércoles, 25 de marzo de 2009

'Querida Quiela', segunda y tercera cartas

2

Hoy tampoco sé si yo te amé, querida Quiela:

así es la vida, corazón, nada hay que nos haga reflexionar más que los sentimientos. Aunque tú digas preferir la ontología.

3

El pequeño ciprés que compramos en el pueblo, querida Quiela, y que creció con Noné, se ha convertido en el único dueño del que fue tu jardín:

las rosas blancas, las princesas, decidieron morir hace más de dos años. Me acuerdo ahora porque nuestro hijo Noné, que fue quién las trajo debajo del brazo, ha venido a verme con los nietos, después de tanto tiempo. El benjamín, Jacobo, hace tus gestos, la misma forma de acariciar el aire y de besar las palabras, que parece que le apene dejarlas escapar.

Y tú que lo desconoces, querida Quiela.

Te prometo poner todo mi empeño en hablarte de él en estas cartas que nunca te enviaré y algún día leerás.

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