martes, 28 de abril de 2009

'Tiempo perdido en la orilla', en Sobre Cántico


No me atrevo a decir que este tema no sea nuevo en el 27, porque Alberti escribió aquello de no quiero barca, corazón barquero, quiero ir caminando por la mar al puerto (no entrecomillo porque no me apetece buscar la divisón exacta en versos), y no sé quién lo hizo antes, si Jorge su no quiero sillas o Alberti su no quiero barca. En cualquier caso, mismo gusto en la tormenta, que en Jorge ya venimos observando desde versos atrás.
‘Sálvame así, tiempo/ Perdido en la orilla/ Libre, tanto amor,/ Tanto azar, las islas.’, a vuelta con la celebración de los límites, ‘Mis manos vacías’. ‘Azul de otra infancia’ celebra la memoria; ‘Con facilidades/ Por arroyos, locos/ De los regocijos/ Que emergen de agosto’, lo inmediato; ‘Y sombras de dos/ En dos, indistintas’, el amor.
No quiero ser pesado, pero la orilla es la frontera del mar o del río, de la verdad, de la realidad fija o cambiante, del conocimiento.
Y dice Jorge tiempo perdido, en su gusto por decir lo que quiere con su contrario, para decir tiempo ganado en el deleite, la contemplación, la memoria, el amor, el estar sin saber. Aunque claro, si es tiempo perdido es porque anhela eso otro que queda después de la orilla: ‘Que a un gris verde invitan’.
Me repito, ¿verdad? No soy yo, es Jorge.

No hay comentarios: