martes, 16 de junio de 2009

Un poema de Margarita Michelena

Monólogo del despierto
[FRAGMENTO]

Aún ha vuelto el alba. Pero nadie se asoma
de su orilla quemada al brocal del espejo
a saber lo que falta, lo que fue consumido
a ciegas, en la noche, dentro de la caverna
suspendida del sueño.

Por todos los que duermen en esta hora, velo
soportando en la frente el mundo abandonado,
recogiendo los nombres en la tierra caídos.
Oigo la oscura ruina demoliendo en secreto
una orilla de hierba y una punta de astro.

Todo lo sé y lo sufro en este solo instante
en que mis ojos arden en el espacio ciego.
Y en plenitud fugaz e irrevocable,
soy eterno.

No lo sabéis, dormidos, pero soy el escudo
que oculta vuestra fuga y salva vuestros pasos.
Y por todos vosotros pido un a muerte viva.
Por vosotros me ofrezco
-"No saben lo que hacen"-
en medio de las ruinas, desarmado y despierto.

Pues amo al olvidado y al que olvida,
al tímpano cegado,
al corazón sin música.
Y por todos, en mí, busco velando
vuestra propia palabra confundida
en el negro desorden, que no sube
a unirse con el hijo que la aguarda,
a ser, una sola y pura eternidad,
una brizna de música, una astilla del alba.

Sí. Por todos vosotros, ciegos, sordos, inmóviles,
pido morir de pronto y no con esa lenta y horrible desmemoria
del que hace poco a poco su cadáver,
del que junta su muerte noche a noche en el sueño.
Sí. Morir con mi nombre en mitad de la frente,
ojo del alma y última columna
presenciando el desastre.
Sí. Morir vigilando el rumor de la muerte
y por todos los ojos en esa sombra huidos,
mirarla en el espejo del alto mediodía,
abrir la puerta y derramar la noche.

Extraído de 'Poesía en Movimiento'

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