martes, 23 de febrero de 2010

Comentamos el poema de Cántico 'Impaciente vivir'

(Para leer el poema, sígase la etiqueta Sobre Cántico.)

Como venimos diciendo, también en el poema anterior: ‘Todo en la tarde’, hay un hombre en la ciudad que se busca, un hombre condenado a encontrarse en la naturaleza que sin embargo habita y se deshabita en la ciudad. Este hombre es un viento ¿invernal, primaveral? (ambas estaciones marceras son). Un viento loco que salta por el asfalto al anochecer, que se agita en los cruces de caminos y se muestra incisivo con las esquinas. ‘¿Granito?/ Él lo acometerá’. Un viento loco que rebota en las piedras de la ciudad, de piedra en piedra, va.

Es natural, insisto, que si abrió esta sección con el alba la cierre con el anochecer. Y obsérvese, de nuevo, como a la noche le seguirá el día, como tantas veces ha sucedido hasta hoy, que abrirá en el siguiente bloque. Pero nótese que el propio mes aquí referido no es gratuito. No es enero el mes que inicia el año (no sé a qué pobre apresurado se le ocurrió poner las fechas), el año se acaba y comienza en marzo, es en marzo que la estación estéril da paso a la de la vida, es en marzo que vamos del invierno a la primavera y que la vida recomienza. Otra vez es posible la esperanza cuando llega marzo, otra vez son posibles los anhelos que enero y febrero mataron.

Es decir, este poema no sobra. Repite ideas de ‘Todo en la tarde’, si usted quiere (que ya son ganas de fastidiar con comentarios precipitados), pero yo creo, más bien, que no repite, sino que concreta a la vez que nos presenta otra perspectiva de la misma idea (esto a lo que llamo cubismo, ya sabes, y si no búscalo por aquí). Allí es el hombre pobre rayo de luz que no penetra ni en sí ni en su casa sino que rebota hacia hacia el cielo, aquí es viento que inútil araña en las mismas piedras y tropieza y rebota de una hacia otra sin cesar en la oscuridad. ¿No es esto precioso? ¡Qué cabezón este Jorge y qué hermosuras nos brinda! En fin, cada verso de su Cántico es una patada bien dada a todos aquellos buscadores del éxito inmediato y sin esfuerzo. (Búsquese el poema Paréntesis, de Bernardo Canal Feijóo, en este mismo blog para entender este comentario. Sólo si quieres disfrutar.)

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