jueves, 25 de marzo de 2010

Un pomea de Aarón García Peña en 'Dios y sus cómplices'


Aunque sirva de poco ser creyente
las noches en que dios queda muy lejos,
a veces pienso en él porque me canso
de dar con la paciencia sobre el folio.

Como un cadáver al que nadie reza
no tengo aparatosas distracciones.
Aquí la vida está desprestigiada
y no precisamente por los muertos.
Aunque evito a los hombres que me aburren
o se ocultan por miedo a defraudarme,
escribo sobre dios para que exista.

Si mi cerebro es parte de sus éxitos
por qué con él no sé justificarle.
Dense cuenta un momento, mientras coman:
con la verdad sentada en una silla,
cansino deterioro de la especie,
hay maneras de errar más acertadas
y días en que dios hace el ridículo;
se muestra igual de torpe que nosotros.

Y sin embargo, dios, cómo le entiendo.
Es usted una forma de explicar
lo que no se comprende; la manera
más absurda, quizá, de comprender
que la historia está escrita por encargo.

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