jueves, 22 de abril de 2010

'Sala para fumadores', poemario póstumo de Nicolás Valencia Redondo (2)

Deseo
Al percibir el movimiento y olor
de tu pelo, lo espigado de tus dedos,
níveo de tus uñas y llano de tus manos,
el modo en que las curvas de tu pecho
estampan tu camisetita bordada con flores...
Al mirarte a través del espejo que no es
mientras sacas unos apuntes para ojear
noto mi cuerpo en traqueteo.
Te miro, nervios, y
mi desequilibrio se sitúa en un punto difuso
entre las pelotas y el corazón.
Eres María y no conozco tu nombre.
Ahora, ya sin pétreos alcahuetes, sé que te
/quiero,
puedo escucharte sin oirte.
Voy a estallar. Vivo aquí. Es mi estación.

Sombras de miradas
Hay miradas que son como agua y
corazones hambrientos que duermen
en los soportales por siempre.
Hay miradas que acarician,
otras, te atraviesan.
¿Quién sino ella, sino ellas nos hacen temblar
como lluvia de estrellas o como un volcán?

Bailar solo... y con vosotros
Un amigo no ve la luna desde su ventana esta noche.
La noche se ha hecho sobre todo, sobre todos,
sobretodo porque ya se fue la luz.
¿Qué sabrán esos "destinos" de lo que nos une?
¿Qué, del temblor de sus dedos,
de las cuatro cajetillas que reposan
en lo alto de la papelera? De llena, rebosa.
¿Qué sabrán de las lágrimas que escurren por dentro?
¿Acaso se cose en un atril?
Tres son los vértices que soportan esta noche:
lágrimas, dudas y silencio.

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