martes, 12 de octubre de 2010

Sobre Cántico

(Estamos escudriñando los versos de Al aire de tu vuelo en que interviene los sentidos. Sigue la etiqueta Sobre Cántico si quieres complicarte la vida más de lo que a continuación te propongo.)

¿Y oye? ‘Ruidos/ Irrumpen.’ (Más allá, I) al despertar de la consciencia. ‘Y a la fuerza fundirse/ Con la sonoridad/ Más tenaz; sí, sí, sí,/ La palabra del mar’ (Más allá, II), pues somos parte de ese murmullo que pretendemos desentrañar: la humanidad, la cultura, la naturaleza, el cielo. Sonidos indescifrables, coma el aparente dulce ‘gorjeo esparcido/ Por entre los follajes/ Frágiles’ (Más allá, VI) que ‘Suena a orilla de abril’ (Más allá, VI), orilla apenas, superficie, exterior, que no sabémos qué pájaro produce y es por tanto inaudible. Qué violento despertar, el nuestro, que ‘Lanza la soledad/ A un tumulto de acordes’ (Más allá. VI) confusos.

Y si el mundo sólo nos confunde en un murmullo incomprensible, él, el hombre, usted y yo, en ‘Mi secreto inhábil/ Entre los relojes/ Calla tan inmóvil/ Que apenas sí late’(El prólogo). Con silencio respondemos al silencio. El hombre en su tiempo (entre los relojes) es capaz, sí, de identificar su secreto, pero de un modo inhábil: el hombre acalla elsecreto del hombre al exigirle su tiempo. ‘Y se desgarra el tiempo…/ Es el pitido súbito/ De un tren que allí, tan próximo,/ Precipita al futuro’(Las soledades interrumpidas). El reloj, el repentino y abrupto silbo del tren, son el entorno social que nos apremia, que nos exige diligencia y entrega. ¡Ah!, los hombres y sus sociedades que nos adocenan y anulan. ¿Más ejemplos? En todo en la tarde: ‘Locuaces, los anuncios/ Atajan al gentío./ Escándalos benévolos/ Cercan al distraído’ (I); ‘¿Y el silencio? No puede/ Valer, estar a plomo./ ¡Tantos colores chocan/ Con un rumor tan bronco!// Gran rumor. Se embarullan/ Las pisadas, los gritos/ Que deben ser diálogos,/ Las músicas ya ruidos […] Y el incesante arrastre/ De los muchos trabajos/ Que por dentro murmuran/ Crujidos derrumbados.// ¡Trepidación! Monótona,/ Continua, propagada,/ Precipita galopes/ -Sin cuerpos ya- de máquinas […] Bocinas huyen.’ (II) ‘Entonces se ensordecen/ Las sombras por los muros’. Y, no confundirse, es contra el hombre que ‘Las esquinas aguzan/ Su coraje incisivo./ Tiemblan desgarraduras/ De viento y sol. ¿Gemidos?’ Y es el hombre que gime en su Impaciente vivir.

Mientras tanto, ‘Un rumor. Son las hojas/ Gratas, profusas, cómplices’ (Las soledades interrumpidas) y ‘La escala de un pío’ (Escalas), las que nos invitan a incitan elevarnos. El hombre, sordo y mudo, como hemos dicho, debrá esperar el Advenimiento de la noche y la oscuridad, cuando ‘Cantará el ruiseñor/ En la cima del ansia’.

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