martes, 8 de marzo de 2011

Tres poemas más de la 'Marea' de Chema Barredo Viudés

Hojas secas

Sospecho cuando el tiempo se detiene
entre nosotros, sospecho de tus ojos
porque mido las palabras
y un salto en el vacío
no es peor que urdir otra mentira.

Las horas son paisaje
que se escapa y ya no duelen,
es sólo tiempo
que mide el aire de un adiós
aunque la piel dibuje primaveras
en surcos del otoño.

Las manos no saben la verdad,
amores de ida y vuelta, desencanto
y supongo que no nos queda nada
más que el miedo de pronunciar un nombre
que ya nos sabe a poco.

Amor que no atraviesa
las puertas que cerramos cada día.


Las calles de la noche

Todas las calles de la noche
convergerán en una
cuando surjas del fondo
y caigan las murallas.
Eres la copa imprevisible.

Después aguardaremos a las horas suspendidas
que duran un segundo,
amores de fortuna,
labios de frenesí
que azuzan las manos, o la mirada.
Hay que beber sin prisa,
la calle es sólo nuestra.

Sabremos que la luz de las farolas
será una mecha verde,
los árboles cobijo
en el desierto,
el beso una linterna
y el grito de noctámbulos
canción de madrugada.


Posiblemente

Posiblemente es tarde,
a qué dudarlo,
posiblemente el vino no fue el mejor,
yo tampoco estuve brillante,
tú, con las prisas, estropeaste
la noche que prometía otra cosa,
algo para recordar, un domingo
memorable de sabor a piel.

Posiblemente el traje,
la luz seguro, la música,
esa canción no le iba nada
a ese momento,
ni las palabras que cruzamos.
Entonces quise mostrarme canalla
pero no me dejaste avanzar,
no hay culpables, sólo explotó la tormenta
aunque llovía sobre mojado.
Inmóviles los cuerpos,
los labios ayer no respondieron.

Posiblemente es tarde para seguir
con una historia que nace muerta
hablar de amor, posiblemente,
ya no merece la pena.

Posiblemente ayer fue lunes,
domingo no, seguramente.

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