lunes, 25 de abril de 2011

Un par de sonetos de Gutierre de Cetina

Huyendo va la trabajosa vida
del cansado vivir, que no lo quiere,
y el alma, de contenta en ver que muere,
en sus males no acierta a dar salida.

La esperanza cansada, embobecida,
tras un bien que será más mal si fuere,
viendo que falta ya fuerza en que espere,
a los pies del dolor queda rendida.

Poco puede tardar el bien que espero:
si el curso natural se ha detenido,
acabará el dolor tantos enojos.

Ya siento yo la muerte, y si no muero,
es que quiere el dolor que me ha vencido
poco a poco gozar de los despojos.

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Traducción de un epigrama latino
Sobre las ondas del helado Ibero,
incauto niño, y sin saber, corría,
cuando el hielo, que fuerza no tenía,
quebrando, se mostró crudo y severo.

El río, que veloz iba ligero,
con el tributo el cuerpo al mar envía:
la cabeza que el hielo sostenía
por memoria quedó del caso fiero.

La madre que buscando al niño andaba
por la ribera, viendo el rostro luego
asió del y sacó lo que quedaba.

«¡Ay cruel hado -dijo- extraño y ciego!
Pues de lo que parí no me tocaba
más parte que ésta, ésta consuma el fuego.»

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