miércoles, 25 de mayo de 2011

Algunos poemas de Diego Vaya

Camino. Siempre el cielo,
La sed. Acaso es que no existe
Otro lugar. (Se escapa la mirada
Como un ciervo, se escapa, y cuanto
Más arriba, más sombra en tierra.) Pero

Tiene la luz raíces,
El cuerpo las conoce
Por su fruto
-Tan adentro:
Allí, en el fondo, encima de una encina desnuda,
La última hoja que pende de una rama
Es un pájaro a punto de volar.

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Detrás de los espejos me he oído llorar Oh padre me pregunto por tu rostro Si soy parte de ti también seré ausencia como tú He buscado en el fondo del espejo allí precisamente donde el azogue se me vuelve azote en la raíz helada de la separación Nosotros tú que no nos conocemos y nos hemos dejado hablando solos

Detrás de los espejos me he oído llorar deshojando el reflejo de mi cuerpo en miles de cuchillos que te nombran (Yo sé que lo partiste tú lo sé y si hubieses estado cuando se hizo añicos sabrías cuánto duele estar clavado al barro)

Con aquellos cristales he escrito esta historia la sangre los pegó y ahora sí y ahora sí que puedo saber lo que me pasa Me ha costado traerte en cada herida y al fin que vaya vaya mercurio por mis venas desangrarme y que ahí estuvieses tú tan cerca y estuvieses a la vez tan lejos Qué otra cosa podía hacer oh padre sino buscar tu filo tus clavos y tu púa Qué otra cosa podía ser oh padre

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El poeta habla de su circuncisión


Despídete, prepucio de este pene
Al que oprimías con rigor tan grande;
Tú, frenillo, despídete del glande:
Ya no serás el que su ascenso frene.

Por fin en libertad, nada retiene
Mi miembro y toda su potencia expande;
Antes pene apenado, que ahora blande
Su alegría y glorioso la sostiene.

¡Oh pene circunciso y liberado,
Hecho para el disfrute y el gozar
Colectivo, y también particular!

¡Pene dichoso, pene sonriente,
Como rey hace poco coronado,
Alzando sin temor tu augusta frente!

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