martes, 20 de diciembre de 2011

Noticia de Augusto Ferrán. Su poesía. (Traducciones e imitaciones del poeta alemán Enrique Heine, 3)

VII

Yo te amé cuando niño        
como un anhelo,        
te amé de adolescente        
como un deseo,        
y mi amor cuando hombre        
fue un sentimiento.        

Tú me amaste de niña        
como un recreo,        
luego de adolescente        
como un muñeco,        
y ya mujer, he sido        
tu pasatiempo.        

¡Qué extraño que mi alma        
sea tu juego,        
y la tuya... la tuya        
sea mi infierno!        

VIII

Entre peñascos duros        
con ¡ay! sentido,        
por la montaña abajo        
desciende el río,        
sus quejas para        
cuando en el mar penetran        
sus turbias aguas.        

Río mis ilusiones,        
tu amor peñasco,        
deslízase mi vida        
quejas lanzando;        
hasta que mudas        
las torne el mar que llaman        
los hombres tumba.        

IX

Cuando la primavera llegó con sus verdores      15    
te vi y te amé.        
Te vi por vez primera al ver las puras flores        
y te adoré.        
Cuando el otoño triste llegó, seco y sombrío        
ya no te vi.                       20    
Tu amor, vida, no existe, y en un invierno frío        
muero sin ti.        



X

Cuando eras, mi amor, buena        
¡cuánto te he amado!...        
Hoy, mi amor, que eres mala      25    
¡cuánto te amo!...        

XI

Pláceme la noche amiga        
de los que viven sufriendo,        
y contar las tristes horas        
embebido en su silencio.      30    
Entonces se ensancha el alma,        
y desprendida del cuerpo        
vive vida de armonías,        
vive vida de recuerdos.        
Si me da en el rostro el aura      35    
me creo sentir tus besos,        
y si aspiro algún aroma        
me creo aspirar tu aliento.        
En las brillantes estrellas        
tus miradas vagas veo,           40    
y en el disco de la luna        
me finjo tu tenue cuerpo.        
Pronto las luces se apagan,        
pronto se extinguen los ecos,        
y las sombras se suceden,      45    
y la aurora viene luego,        
y tras de la aurora el día        
que ahuyenta el dulce misterio,        
y veo la realidad...        
¡y miserable me veo!...      50

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