viernes, 6 de enero de 2012

'Una palabra para el heredero', poema de Rosario Castellanos en 'Al pie de la letra'

UNA PALABRA PARA EL HEREDERO

Heme aquí, el heredero con su haber: apellido
que empurpuró la fama
y una mansión en ruinas.

Aquí la planta del jardín, que antaño
era lujo y adorno,
hoy medra devorando lo construido.

¡Ah, me asfixio entre muros!

¡Dejad sus reinos a la lagartija
y a la araña el rincón en donde teje
el sudario para mi antepasado!
¡Al pozo los fantasmas! Y para el aire (el aire
en el que se difunden un aroma y un eco
que niguno exhaló y nadie reconoce)
¡condenad las ventanas y las puertas,
cerrad con triple llave los candados!

Pues ¿quién soy yo, paseante de una ciudad que duerme?

A ratos me detengo
reclinado en el tronco del monólogo.

Soy menos que mi nombre:
mi voluntad ya no es heraldo de mi sangre.
Hago lo que no hicieron los que vivían: sueño.

A veces rememoro y se encabrita en mí
el potro del heroísmo y la rapacidad,
el ulular del rapto.

Y las figuras cruzan
con esa libertad magnífica y triunfante
de los hechos pretéritos.

No, no escuchéis mi pulso. Su latido es tan débil
como el del grillo oculto en la hojarasca.

¿Qué riendas podría asir mi puño? ¿Qué ambición
no pierde lozanía si soy quien la sustenta?

Ay, me hice bachiller en minuciosidades.
He aprendido la ciencia de lo furtivo y
de lo que se agazapa.
Ciencia del usurero y del cobarde.

Ved mi botín después de la pelea:
no es más que una perdiz de torpe vuelo.

¿Quién me castró de mi posteridad?
¿Quién me puso esta giba monstruosa del pasado?

Quedaré donde estoy, como esos recipientes
a los que se obstruyó el desaguadero.

Se va empozando en mí, por centurias, el tiempo.

Se mueve y no transcurre. Se agita y permanece.

Su pura transparencia no se turba jamás
con la piedra violenta de los actos.

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