viernes, 10 de febrero de 2012

En 'Versiones' de Rosario Castellanos, poemas de Emily Dickinson, 'Poemas'

Si no estuviese viva cuando la primavera se anunciara, dadle a aquel petirrojo -como recuerdo mío- una migaja. Si porque duermo, ay, tan profundamente no puedo dar las gracias, sabed que entre mis labios de granito quedaron detenidas las palabras. ___ Morir no hiere tanto. Nos hiere más vivir. Un modo diferente, una forma escondida tras la puerta, es morir. Los pajaros del sur tienen costumbre -cuando la escarcha está a punto de caer- de emigrar hacia climas más benévolos. Nosotros no sabemos sino permanecer. Temblorosos rondamos en torno de las granjas buscando la migaja que alguno ha de arrojar. Tal es el pacto. La piadosa nieve persuade a nuestras plumas de volver a su hogar. ___ Dos veces antes se cerró mi vida y yo permanecí para mirar si la Inmortalidad, sin velos, me guardaba algún evento más; concebido tan grande,ay, tan sin esperanza como la doble llave de mi encierro. La despedida es lo núnico que sabemos del cielo. Y no necesitamos nada más del infierno.

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