martes, 12 de junio de 2012

Un par de sonetos de Quevedo

Desengaño de la exterior apariencia con el examen interior y verdadero

¿Miras este gigante corpulento        
que con soberbia y gravedad camina?        
Pues por de dentro es trapos y fajina,        
y un ganapán le sirve de cimiento.        

Con su alma vive y tiene movimiento,
y adonde quiere su grandeza inclina;        
mas quien su aspecto rígido examina,        
desprecia su figura y ornamento.        

Tales son las grandezas aparentes        
de la vana ilusión de los tiranos:   
fantásticas escorias eminentes.        

¿Veslos arder en púrpura, y sus manos        
en diamantes y piedras diferentes?        
Pues asco dentro son, tierra y gusanos.

Muestra la iniquidad que los poderosos usan con la heredad del pobre, si tienen codicia de ella hasta que se la toman en bajo precio

En la heredad del pobre, las espigas        
más gruesas te parecen, más opacas,        
y ni en tus trojes la codicia aplacas,        
no pudiendo sufrir su mies las vigas.        

Arrójanle tus ansias enemigas
con laso cuello en su quiñón tus vacas,        
para que, hambrientas, las que entraron flacas        
le saquen la cosecha en las barrigas.        

¡Oh cuántos lloran robos dolorosos        
de la envidia opulenta! ¡Oh cuántos males
ocasionan vecinos poderosos!        

Hasta que, a intersección de injurias tales,        
les expongan los dueños querellosos        
aquella posesiones ya venales.

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