lunes, 17 de septiembre de 2012

'Observaciones y máximas de Blas', de Noel Clarasó (40)

MATRIMONIO (2, y fin)

Sobre el matrimonio no hay más experiencia que la propia; los solteros lo desconocen y los casados nunca dicen la verdad.

El matrimonio solo tiene quince días felices: los quince últimos días antes de casarse.

Solo el matrimonio con una persona determinada es la base de la felicidad; esta persona determinada no existe en ningún caso particular.

La única ventaja real de los solteros sobre los casados es que los solteros celebran las fiestas de familia en casa de otro.

El hombre se casa soñando en fundar un nido de amor en donde él y su mujer reinarán a la par hasta la muerte. A los pocos años los pajaritos invaden el nido y el hombre se hace socio de un casino.

La mujer tiene un sistema heroico para estar segura de que su marido no la engaña: engañarle ella y que él se entere. Entonces él provoca una escena y ella dice: "Tú también me engañas". Si él contesta con consideraciones filosóficas acerca de la distinta importancia de la infidelidad en el hombre y en la mujer, prueba que ha sido infiel. Si pone cara de inocente y pregunta: "¿yo?", prueba que la cara responde a la verdad y que es inocente. Después, que lo arregle el diablo.

Hay mujeres tan desagradables que uno desearía estar comprometido con ellas para serles infiel.

Solo puede ser feliz la mujer que quiere a su marido, porque la mujer solo es feliz atormentando al hombre y solo le gusta atormentar al hombre que ama.

Las mujeres se empeñan en tener un marido fiel, como si de esto dependiera su felicidad; y no se dan cuenta de que los maridos infieles se manejan mucho mejor.

El hombre que se casa con su amiga se puede consolar pensando que algunos se han casado con la amiga de otro y no les ha ido mal.

Comprendo que el hombre tarde unos veinticinco años en aprender a estar casado; pero no me explico cómo soporta durante tanto tiempo la presencia de una mujer incomodada por su torpeza de aprendiz.

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