viernes, 30 de noviembre de 2012

En 'Versiones' de Rosario Castellanos St.-John Perse (26)

XII (9)

Nosotros te invocamos, por fin, a ti misma, fuera de la estrofa del poeta.
Que no haya para nosotros, entre la multitud
y tú, el resplandor insostenible del lenguaje:
Ah, teníamos palabras para ti y no teníamos
palabras suficientes;
y he aquí que el amor nos confunde con el
objeto mismo de estas palabras;
y las palabras ya no son más, a nuestros ojos,
ni signos ni apariencias, sino la cosa misma que
figura y la cosa misma que aparentan.
O mejor, al recitarte a ti misma el relato, he aquí que nosotros
nos convertimos en ti misma;
el relato y tú misma somos nosotros, tú que nos eras la inconciliable: el texto mismo y su sustancia y su movieinto de mar
y la gran túnica prosódica de la que nos revestimos.
En ti, movible, nos movemos; en ti, viviente, callamos, y te vivimos, al fin, mar de la Alianza.
Oh mar instancia luminosa y mar sustancia gloriosísima, te aclamamos, por fin, en tu resplandor de mar y en tu esencia propia:
sobre todas las bahías golpeadas de ramas centelleantes, sobre todas las riberas azotadas por las cadenas del Bárbaro,
ah, sobre todas las radas desgarradas del águila meridional y sobre todas las plazas de piedras redondas abiertas delante de ti como delante de la ciudadela en armas,
nosotras te aclamamos, relato. Y la multitud está en pie con el recitante y la mar a todas las puertas, resplandeciente y coronada del oro de la noche.
Y he aquí que un gran viento descendió durante la noche para encontrar la noche marina. Y la multitud está en marcha fuera de la arena y revolotean todas las hojas amarillas de la tierra,
y toda la ciudad se ha puesto en marcha hacia la mar, llevando de la mano a las bestias, enjaezadas de orfebrería de cobre; los figurantes con sus cuernos envainados en oro y todas las mujeres enfebrecidas. Y la estrella que se enciende, junto con los primeros fuegos de la ciudad en las calles. Y todas las cosas marchando y la noche de altamar y las humaredas de alianza sobre las aguas,
en la promiscuidad divina y la depravación del hombre entre los dioses...

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