Selváticos
Cerrado el gaznate
raedera el grito que nace
en el silencio caliente de la fronda
lo guardado se anuncia
en los expectantes párpados mudos
calma chicha desatada huracanes
dos cuevas brillando en la noche
-cuando los sapos cantan-
tus ojos.
No hay mal
que por mal no venga
y se confabule
con las piedras atónitas
su musgo callado
las ranuras de cielos carcomidos
el triste fémur
las agujas quietas
los brazos inertes
hambrientos
de esta noche en vena.
Y...
ahí ando
como de
qué hacer
ya no sé
con todo esto
marchando
para la
por arbustos de calles
afiebradas
pronunciando
tu sombra
aferrándome
a tus pies
trastabillando
sin tinta para
encegueciéndome
este sol.
1 comentario:
Gracias, Jesús, por divulgar mi poesía más allá del Meiterraneo!!
Besossssss
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