lunes, 25 de marzo de 2013

Mesonero Romanos repasa la historia del Diario de Madrid (2, y fin)

II

Hemos hecho en nuestro anterior artículo una historia del origen y progresos de este periódico; réstanos, pues, en el presente discurrir sobre su estado actual, y las utilidades que promete al vecindario de esta capital. Ellas son tales, que le hacen indispensable a toda persona regular residente en Madrid; y si bien limitado al recinto de sus muros, viene a ser dentro de ellos la orden del día para el movimiento económico de la población.

¿Quién es, con efecto, el que no acude a este depósito central a adquirir las noticias respectivas que su curiosidad o su interés le hacen desear? -La vieja devota, el hombre timorato buscan el santo del día o las funciones religiosas; -los que desean saber a punto fijo el grado de calor o de frío que han sentido el día anterior, no quedan persuadidos de ello hasta que lo ven confirmado en el Diario; el militar busca la orden de la plaza, y el paisano las de las autoridades civiles; -el tendero o la viuda rica examinan los anuncios de casas, ya en pública subasta, ya a voluntad de sus dueños; todo con el objeto de encontrar una en que poder colocar su arrinconado monetario, que el corto movimiento de nuestra industria les impide emplear más útilmente; -los acreedores se consuelan con ver el señalamiento para las juntas de concurso, en que tendrán la facultad de poder nombrar un síndico que parta con el escribano el resto del caudal del deudor; -los aficionados a la lotería tienen la satisfacción de saber que tal o cual premio ha caído en Madrid, y aun el nombre de una patriota conexionada con las víctimas del Dos de Mayo; -los que tuvieran alhaja que empeñar saben que hay Monte de Piedad; -el público todo conoce a cómo pagan el trigo los tahoneros, -y los que fiaron en el crédito del Estado para comprar una renta que los produjese un 5 por 100 al año, tienen la satisfacción de saber que en el mismo espacio de tiempo han perdido un 15 en el capital.

Esto en cuanto a la primera parte de anuncios oficiales; que si de ahí nos deslizamos en la segunda, que comprende los particulares de comercio e industria, ¿quién es el ser tan completamente independiente, que no tenga que ver con alguna de estas líneas?

Si consideramos al hombre en general, debemos suponer que este hombre ha sido niño y ha necesitado vacunación, a menos que haya transigido con las viruelas; ha necesitado nodriza (siempre que su madre no haya pertenecido a la plebe); -ha sido mancebo, y se ha visto obligado a tener bigotes o patillas, o bien lo ha sido preciso quitarse uno y otro, según la aplicación que se haya dado al género romántico o al clásico; y en cualquiera de los dos casos ha tenido que acudir a los cosméticos para hacerlas crecer, o las navajas para rasurarlas; -ha sido dama, y ha necesitado ser hermosa; y si la naturaleza ingrata la ha negado una fina tez o un agradable color, se ha visto obligada a adoptar el agua de madama Ma, o la balsámica de la Meca, que usan las damas de Borneo; -ha sido libertino, y siente los dolores osteocopos o sifilíticos; en este caso, nadie mejor que los empíricos pueden sacarle del apuro con bálsamos y redomitas; -ha sido gastrónomo, y es probable que le hayan gustado los jamones de Candelas o las truchas del Barco de Ávila; -ha sido viejo, y ha tenido pelo, ha tenido dientes, y ahora tiene callos, tiene gota, tiene los ungüentos, los calefactores, los bragueros vienen a su socorro; -por último, se ha muerto; no tiene que pasar cuidado, que no ha de faltarle caja y mortaja a precios cómodos y a gusto del consumidor.

Todas estas y otras más, ventajas ofrece la lectura del Diario al hombre considerado en su estado natural; mas si le concretamos al social en que vivimos, este hombre por fuerza se ha visto precisado a vestirse según su clase, y ha debido acudir a los almacenes cuyos curiosos inventarios publica diariamente este periódico; -si ha obtenido un empleo, puede encontrar a poca costa el uniforme, tal vez de su antecesor, y con él comprar la ciencia infusa que los bordados llevan consigo; -si ha de tomar casa o poner tienda, se le presentan alquileres y traspasos de enseres y reputación; -si aficionado a la literatura, verá por los copiosos anuncios el estado floreciente de la nuestra; -si necesita criados que le sirvan, podrá escogerlos en la dilatada escala que media desde los sujetos decentes que se ofrecen a administrarle las fincas o llevarle sus libros, hasta el mozo de mulas que se compromete a cuidárselas, si las tiene; -si necesita dinero, encontrará quien se lo preste, siempre que medie el correspondiente interés y una hipoteca bastante a juicio de usurero; -mas si, por el contrario, le sobrase y no supiera en qué emplearlo, podrá escoger cualquiera de las ocasiones que se presentan todos los días de casas que se reedifican, hipotecándose el piso principal para la construcción del segundo.

Sobre la tercera parte del Diario, de cuya oportunidad le felicitamos, se ha hablado bastante, y hasta el nombre de Agenda que la designa dio lugar a los chistes de algún periódico. Unos se irritaron porque estaba en latín; -para otros estuvo en griego, y hubo quien sostenía que era una palabra demasiado francesa. -Nosotros confesamos nuestro pecado; pero tratándose de indicar movimiento o cosas que han de hacerse, encontramos algo pobre en este punto nuestro Diccionario (sin duda porque acaso sea la moda del país el no hacer nada), y he aquí la razón por que creímos prudente el haber acudido a nuestra madre la lengua de los romanos, entre quienes no debía ser esta palabra vacía de sentido. Esto en cuanto a la cuestión del nombre; por lo que hace a la esencia de aquel artículo diario, nos hace agradecerle el convencimiento de que en nuestra España todo el mundo es pretendiente o litigante; pues el que quiera moverse en cualquier sentido ha de acudir a solicitar permiso para ello; el propietario que paga sus contribuciones constantemente tiene que dar sendos pasos para obtener las cartas de pago; el que presta su dinero, ha de sostener un pleito para cobrarle, y el que adquiere cualquier derecho, le ha de costar derechos el conocerle. -Esto prescindiendo de las demás noticias curiosas que ofrece dicha agenda sobre correos y diligencias, museos y espectáculos. Este artículo faltaba, sin duda, a nuestro Diario para hacerle general a toda la poblacion, y puede asegurarse que en las primeras capitales de Europa no existe ni puede existir esta comodidad de un depósito central de noticias locales; lo cual es natural, atendida la inmensa población de aquellas ciudades, que da suficiente alimento de anuncios a considerable número de periódicos; pero esto, sin embargo, no es tan cómodo para el público como poder encontrarlos reunidos en uno solo.

Concluiremos, en fin, la reseña del actual Diario de Madrid, advirtiendo que sobre todas sus ventajas ofrece la mayor en la baratura del precio. En efecto, todas aquellas se pueden obtener con poco más de dos cuartos diarios. ¿Y quién es, repetimos, el que no saca de la lectura del Diario mayor utilidad? ¿Quién el que no pone a usura aquella módica suma? El conocimiento de un bando que liberta de una multa, el de un género más barato, el ahorro de un paseo inútil para acudir a una audiencia, y demás circunstancias que dejamos enumeradas, ¿no valen dos cuartos al día? Y si se calculan numéricamente todos estos conocimientos, ¿no habrá de tasarse más que en ocho reales al mes?

Después de todo lo dicho, sólo nos permitiremos una observación, que prueba el adelanto de los tiempos, a saber, que este periódico, que tan limitado principio tuvo y aun en sus mezquinas bases no podía sostenerse, no sólo se basta en el día a sí mismo, aun después de sus notables mejoras, sino que puede rendir y rinde efectivamente al Estado, y con aplicación a los establecimientos de beneficencia, la crecida suma anual de ciento veinte mil reales.

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