martes, 26 de marzo de 2013

Poema de José Almendros en "Nostálgicas", publicado en 1898. Hoy "Los bohemios"

LOS BOHEMIOS

Recostado contra el muro
de la fachada de piedra,
que envuelve la tarde en tintas
crepusculares e inciertas;

pálido el rostro sombrío,
que el desaliento refleja,
y al cielo vueltos los ojos,
olvidados de la tierra.

Un músico casi niño,
que acaso despierto sueña,
de desmedrada figura
y vestidura harapienta;

puntea de una guitarra
las estremecidas cuerdas,
que lanzan trémulas notas,
melancólicas y lentas.

****

Delante de él, destrenzada
la ondeante cabellera,
que en sedosos rizos negros
el esbelto cuello besa;

la hermosa faz impregnada
de dulcísima tristeza,
y del carmín del cansancio
teñida la tez morena;

alzando sobre la frente
la encintada pandereta,
que agita desfalleciendo
la mano, flaca y pequeña;

Fortuna, la gitanilla
sin hogar, padres ni tierra,
pide limosna cantando,
en la plaza de la aldea.

****

¿Quiénes son? Nadie lo sabe,
ni ellos acaso lo sepan,
que ni el presente lo aclara
ni del pasado se acuerdan.

Sólo veladas del tiempo
por la lontananza incierta,
como de otra vida tienen
confusas reminiscencias.

Vida llena de colores,
de fragancias, de cadencias,
sin saber cuándo surgida,
sin saber cómo deshecha.

Prolongación de otro mundo
en que el alma sólo encuentra,
entre horizontes sin líneas,
fulguraciones excelsas.

Vida de éxtasis formada,
como aquello que se anhela;
dulce, indecisa, riente,
como aquello que se sueña.

De puros deslumbramientos
y lejanías risueñas,
de ilusiones inefables
y de ternuras supremas.

Vida al calor animada
de las caricias maternas;
de risas llena al impulso
de la infantil inconsciencia.

Y en que el ser venir parece
de una anterior existencia
con que aún palpita el espíritu
al entrar en la materia.

Vida que enlutó la muerte
como al día la tormenta.
¡Solos!... Oh, no comprendieron
lo fatal de la sentencia.

Desde entonces en sus rostros
quedó del dolor la huella;
en sus almas la nostalgia
de otros cielos y otra tierra.

Así atravesando el mundo
van, donde el mundo los lleva,
hambre por guía teniendo,
desamparo por herencia.

****

Crisálidas de la vida
que aún su fondo no penetran;
de lo noble y de lo bueno
en sí los gérmenes llevan.

Quizás si del mundo a salvo
hasta mariposa llegan,
del sentimiento las alas
hacia el bien tranquilas tiendan.

Mas quién sabe lo que oculta
lo por venir; siempre acecha
emboscado lo imprevisto
al borde de la existencia.

Jamás, protectora, guía
la humanidad, al que en ella
en el oro o en el nombre
broquel o pase no lleva.

Acaso en los giros hallen
de su vida aventurera
el lupanar por destino,
el presidio por escuela.

Seres míseros lanzados
a la vida, sin defensa,
como en las ondas la tabla,
que va donde quieren ellas.

Allá van, entre la ola
de abandono y de indigencia,
donde el mundo los arroje,
donde el hambre les impela.

Lanzando la una sus cantos,
pulsando el otro las cuerdas,
y ambos ocultando a un tiempo,
por altivez o vergüenza,

con harapos la figura,
con sonrisas la miseria,
con cantares el sollozo,
con acordes la blasfemia...

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