miércoles, 12 de junio de 2013

Poemas de Joaquín Giannuzzi con Dalias (4, y fin)


DALIA INCLINADA HACIA MI VENTANA

Celebro que no seas
una efusión de mi cabeza calcinada
sino la aventura de una vida individual
que me busca en la tarde lluviosa.
Mi apuesta es dedicarte
lo que puede salvarse un fracaso
ahora que inclinas hacia mi ventana
tu pesado estallido purpúreo, por líneas
de azul raspado y gotas que se demoran.
Desalojo el humo y la negación
de mis pulmones. Suavizo
el crujido estacional de mis articulaciones.
Puesto que no obtuve
una respuesta consistente en mi agujero mental,
sino abstracciones monstruosas
y una certeza de condenado por la época
entro en tu frío peso con mi última edad.
Ensayadas mentiras huyen por la ventana
y oscurece a mis espaldas. Pero tú salvas
mis porciones secretas: ahora que compartimos
un naufragio carnal
que parece tan lento y justo bajo la lluvia.

LA DALIA ROJA

La dalia roja, este año
de azul raspada
tiende a girar cada tarde
como un pensamiento retórico
sobre el tallo doblado.
Masa atrapada en su propio resplandor,
gravitación carnal,
peso de agua y viento
todo es la misma vida unificada
frente a estas manos que oscurecen
al borde de la ventana, unidas para salvarse,
con aguda conciencia de su movimiento libre
y del desvanecimiento universal.

___

La lluvia es un apaciguamiento universal desde la ventana
árboles y animales paralizados en su unidad.
Una dalia de suntuosa combustión
revela bajo el agua su paz interna.
¡Espacio y dominio de la naturaleza impersonal!

Pero aquí, en su campo nervioso, particular,
el prisionero rechina los dientes.
Desde todos los objetos, llega una amenaza,
la hostilidad de su dios, sus ojos bloqueados,
creando cosas húmedas y terribles en un cuarto cerrado.

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