martes, 25 de febrero de 2014

Versos y prosas de "Oscuro dominio" (1), de Juan Larrea



“Oscuro dominio”, Juan Larrea; Alcancia, México, 1934, con el auspicio de Gerardo Diego. Consulto el ejemplar número 5, de una tirada de 50. Me permito extraer algunos fragmentos a mi capricho.


Dulce vecino (fragmento)

El antes y el después son simples perspectivas parciales. En prueba de ello me asomo a un espejo, que evidentemente existía con anterioridad a mi impulso, y me encuentro en él y contemplo mi satisfacción al verme tenido en cuenta y hasta comentado por la materia que hemos dado en llamar insensible. Pero por mis personales sentidos, única verídica fuente de conocimiento, nunca me atrevería a afirmar mi inexistencia dentro del espejo antes de entonces. La simultaneidad que observo es meramente cerebral. A causa de la refracción aún no bien estudiada de ciertas materias brillantes hacia la eternidad, mi cerebro logra en aquel momento aislarse del tiempo, situándome en el preciso instante en que el cristal piensa en mí. De otro modo me vería obligado a admitir que siempre permanecía dentro del espejo, que ni a fumar salía jamás de él, que el espejo era el infinito donde se encuentran las líneas paralelas de la lluvia.

Atienza (fragmentos sueltos)

Si el camino que uno sigue se bifurca y en la opción se toma el conducente a Atienza, contraviniendo a toda norma no saldrá júbilo ni terrenal ornato a recibiros. Ni un solo gesto que os invite a proseguir. Nada que os compense o cuando menos cicatrice el posible futuro que quedó amputado en la bifurcación. Más aún; seréis testigos de cómo lo mismo hacia adelante y hacia atrás que hacia los costados, espacio y tiempo pueden huir de cada hombre infinitamente.

Quise entonces empalmar en mis venas las azules del mundo y vi que era posible.

Yo también, me dije, yo también, cuando me quede tiempo hacia el ocaso he de sufrir un monte.

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