jueves, 17 de abril de 2014

Ramón G. del Pomar, "El subjuntivo errante" (1)

1.

EL contenido de nuestro mundo interno,
fragmentos del alma que atesoramos,
tiene su estilo narrativo entre la serenidad,
la ambivalencia y el desorden.
Así, siendo cada uno consecuencia
de la cultura y el carácter que nos educa,
impregnamos el camino
con las privaciones afectivas que portemos.
Si la memoria es el fuego
donde fraguamos lo que quiera el alma,
¿por qué nos convierte en la especie más prepotente
y depredadora del planeta?
¿Hasta cuándo se medirá el amor
con reglas de conveniencia?
No creo que portemos pecados originales
pero sí uno corriente:
heridas infringidas a la historia
por dioses que no se ven.


4.

DECIDIDO a darme posibilidades,
salí corriendo de casa.
Naturalmente preocupado,
sonriendo me deshice de todo lo que no pude cumplir,
arranqué sentimientos que me esclavizaran
y besé por encima de la media.
Las pautas interiores,
en especial las del equilibrio,
me ofrecieron posibilidades
sin más presiones
que me hicieran sentir mal o culpable.
Separándome de las personas que me obligaban a ser,
mi mente comenzó a dar vueltas de una decisión a otra.
Llegué a sentirme entusiasmado en el hombre perfecto,
hasta que caí en la poesía de una mirada.
Era una noche apacible,
un instante en el que,
por rarezas de la vida,
comencé a ver mis miserias.

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