martes, 29 de abril de 2014

Sonetos de Fernando de Herrera (2)


Dulce'l fuego d'Amor, dulce la pena
i dulce de mi daño es la memoria,
cuando renueva Amor l'antigua istoria,
qu'a su grave tormento me condena.

Mas cuando hallo mi esperanza llena
de bien i de promesas de vitoria,
un súbito dolor turba mi gloria,
i todos mis contentos desordena:

Que será esta Luz pura de belleza,
la fe d'el justo Amor en poca tierra
buelta, i el fuego muerto, que m'inflama.

¡O vano ardor de la mortal flaqueza,
si el fin, qu'ofrece paz de tanta guerra,
no dexará aun ceniza de mi llama.



Yo vi a mi dulce Lumbre qu'esparzía
sus crespas ondas d'oro al manso viento,
i con tierno i suäve movimiento,
mi duro coraçón enternecía.

Mi rustiqueza i torpe rebeldía,
perdió, vencida, el ostinado intento,
i en blando i regalado sentimiento
trocò mï älma l'aspereza mía.*

Nunca me vi más preso ni rendido,
y nunca vi en mi Luz mayor dureza,
ni más rezio desdén, ni largo olvido.

A término tan grave, i estrecheza,
Casas, mi triste suerte m'a traído;
que temo de mi Lumbre la belleza.

*El hiato que marcamos con diéresis tanto en 'i' como en 'a', Fernando de Herrera lo señala con un punto grueso sobre cada vocal.



Viví gran tiempo en confusión perdido,
i todo de mí mesmo enagenado,
desesperé de bien, qu'en tal estado
perdí la mejor luz de mi sentido.

Mas, cuando de mí tuve más olvido,
rompió los duros lazos al cuidado
d'Amor el enemigo más onrado,
i ante mis pies lo derribó vencido.

Aora, que procuro mi provecho,
puedo dezir, que vivo, pues soi mío,
libre, ageno d'Amor i de sus daños.

Pueda el desdén, Antonio, en vuestro pecho
acabar semejante desvarío;
antes que prevalescan sus engaños.

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