martes, 20 de mayo de 2014

Sonetos de Fernando de Herrera (5)


Oye tú solo, eterno i sacro río
el grave i mustio son de mi lamento,
i confuso en tu grande crecimiento
mezcla en el ponto inmenso el llanto mío.

Los suspiros ardientes, que a ti envío,
antes que los derrame
acoge en tu sonante movimiento,
porque s'asconda en ti mi desvarío.

No sean más testigos de mi pena
los árboles, las peñas que solían
responder i quexars'a mi gemido.

I en estas ondas altas i esta llena
corriente, que mis lagrimas porfían
vencer, vivan mi mal i amor crecido.



Voi siguiendo la fuerça de mi hado
por este campo estéril i ascondido;
todo calla, i no cessa mi gemido
i lloro ausente 'l bien, que vi engañado.

Crece el camino, i crece mi cuidado
que nunca mi dolor pone en olvido,
el curso al fin acaba, aunqu' estendido;
pero no acaba el daño dilatado.

¿Qu'aprovecha en un duro afán presente
rehuir, si s'esculpe'n la memoria,
i frescas muestra siempre las señales?

Buela Amor en mi alcance i no consiente,
en mi afrenta, qu'olvide aquella istoria
que descubrió la senda de mis males.



¡O cara perdición, ô dulce engaño,
suäve mal, sabroso descontento,
amado error del tierno pensamiento,
luz, que nunca desubre 'l desengaño,

puerta, por la cual entra el bien i el daño,
descanso i grave pena del tormento,
vida del mal, vigor del sufrimiento,
de confusión rebuelta cerco estraño,

vario mar de tormenta i de bonança,
segura playa i peligroso puerto,
sereno, instable, oscuro i claro cielo,

¿por qué, como me diste confiança
d'osar perderme, ya qu'estoi desierto
de bien, no pones a mi mal consuelo?
airado viento,

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