jueves, 15 de octubre de 2015

Poemas de "Anhelo de miopía", de Sergio Artero Pérez, poemario incluido en el libro Oversitura


Nota del bloguero: el verso final de cada poema es el inicial del siguiente, así hasta que el verso final de un poema es el inicial del poemario ("de siempre hay un reloj") y este concluye. Mi selección es amplia pero no total, por eso este detalle puede perderse y aquí lo remarco, y por eso, también, decido publicar mi selección de una vez.

de siempre hay un reloj
a todas horas
y lugares
pero acabo el día fuera
del cónclave de tiempos
donde lo real confluye
voy más lento
más cansado
y llego a duras penas
a ocupar el instante
mío
que el presente revive
donde todo el universo
sólo para mí
se empasta y armoniza


se empasta y armoniza
tu risa de tormenta con la lluvia
cuando intacta
no ha rozado todavía
con su duro teclear el suelo
reverencio
de qué forma natural
sabes hacer
de ese instante tan exacto
tu más doblegado cómplice


y nuestra doméstica eternidad
se cristaliza
como las heces de un misterio
nos hemos hecho palabra
protegida cerrada por miedo
a un devenir ventoso
que va desmadejando mitos
y esparciéndolos
como hojas secas
no no no no
nunca se entenderá nuestra grandeza
nunca se ha saber
nuestro secreto:


nuestro secreto:
mirar la tarde caer sin sensación de ocaso
mirar al otro sin perplejidad ni incógnita
o quizás corrijo
contemplar la finitud o al otro
constantemente asombrados y perplejos
diariamente deshabituados
en lo incierto asomados al abismo
me desdigo: hay una certeza
al fin:
estamos juntos


muera la sombra en los pliegues
de otra mañana extendida
por mi parte aquí
un círculo he trazado ahora mismo
o ayer o en un futuro
alrededor de ambos
un círculo de amor que nos conserve
que nos mantenga intactos
a salvo de la luz y de las horas
ya que por fin llegué
aquí
no sé a dónde
pero sé que es algo
pues de la nada vengo
o de la sombra
o de espejismos de este algo
sin más
y al menos tengo eso: la convicción
de haber llegado a dónde
a este aquí y ahora para siempre
a este círculo pequeño
a este círculo
a éste
a


a
tientas y entre palpos
reconocemos materias sólo
fuera de los senos secretos de la luz
ciegos por el canto
de lo siempre perdido inalcanzable
coraje
deseo parece a veces
que llegamos a apresar el fuego
un breve instante
pero entonces sólo en nuestras manos
queda un triste rastro de ceniza
ceniza de polisemia
que ya no está
se vuela


se vuela
no sé a dónde pero posa
su sombra en lugares muy dispares
como señuelos en luces
pistas en una nube
una manzana un río
un aire una canción
persigo esas huellas testimonio
de algo en un cuadro una pestaña
pistas que va dejando sospecho bajo el asfalto
o sobre la cúspide curvada de tus pezones
desvanecidas si al fin se alcanzan
si llego encuentro
sólo la busca y mi fracaso
sólo la busca


¡zas!
donde la verdad parecía verdad
y aún creíble la existencia
a ese espacio intransitable he de volver
pero nunca:
he olvidado las escalas al medir
el vuelo
las respuestas las caricias
dejo atrás los espejismos
del fragor de la ternura en pompa
yo quisiera pero nunca
sólo sé medir en noes:
no estoy
no soy
éste es mi secreto ahora: nunca


mi cuerpo
no: yo absoluto
en esfuerzo por ser
lo que de siempre he sido:
un anhelo primero
un devenir después:
mi entendimiento
no: yo sensible
a la luz y al dolor
de habitar la carencia:
con ser lo concluyente
de siempre hay un reloj

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