miércoles, 17 de junio de 2009

'Querida Quiela'

16

Tanto busqué la soledad, querida Quiela, que la acabé encontrando:

y no es que ella reclame un gran empeño para dejarse atrapar, más bien es uno quien tiene que hacer el esfuerzo sobrehumano de intentar no rozarla, tan difícil que es; pero en mi caso ya sabes que siempre me detuve en juegos eróticos con ella. Qué te voy a contar.

Me vienen a la memoria momentos felices contigo, como el día en que nos conocimos. ¿Recuerdas? Fue un Viernes, 13, de Abril.

Tu amiga María Blanchard invitó a unas cuantas personas a su casa, entre ellas Diego, que la conoció en París, y fue el quién me llevó de acompañante. Había ido a visitarle y no conocía a nadie en la ciudad.

Diego se distrajo pronto con la presencia no sé si de Marievna, Guadalupe o cualquier otra, y ya no volví a verle en toda la noche.

Mientras, tomabas un vino en alguno de aquellos insulsos corrillos de poetas discutiendo acerca de qué forma es la más adecuada al momento social o cultural, y no sé qué oíste de pronto que saliste huyendo despavorida.

Aproveché la ocasión para acercarme con ademanes suaves y preguntarte si te traía otra copa. Dijiste: “Por supuesto”. E hiciste un gesto para que marchara.

Así comenzó, tan fácil. Aún quisiera estar allí. Tantas esperanzas por delante…

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