jueves, 13 de septiembre de 2012

"Los hombres", "La noche" y "El verso escrito", poemas de Francisco Pino

Los hombres

Uno tras otro pasan por esta acera hombres.
Consultan sus relojes. Van ¿adónde?
Les miro. Aprietan contra su pecho las carteras.
Son los que colaboran sin saber

por qué
al desarrollo de este mundo inmundo.
Pasan por esta acera donde hay árboles.
Un poco más allá transcurreel río.

Ellos, contra los árboles y el río,
creen que otros productos inmortales
y sin raíz, fabrican. Van ¿adónde?
Los árboles y el río con más alma discurren.


La noche

Se hace la noche. El sol de lo más alto
de las copas se marcha. La sombra de la casa
se arrastra por el césped. Hay una brisa leve,
leve.

Leve me siento huir por lo más alto
y lo más bajo; leve me siento allá en la copa
y en el césped también; y con la brisa leve,
leve.

Leve ya ni me aprecio, ya soy lo más distinto
a como me mostré para que me juzgasen;
con la luz, con la sombra al fin muy leve,
leve.


El verso escrito

Lo sé, este verso tan de nadie es mío;
le cojo, le retuerzo como a un trapo
mojado. Suelta un agua
caliente, un azul alto. Queda seco.

Y ya en la página enroscado, tras
tanto festejo vuélvole a leer;
le falta todo,
su primera humedad, su calor vivo.

¿Rehacerle? ¡imposible! Quede así,
ni desmedro siquiera ni azul ido,
trapo, y muerto. Y mis lágrimas le empapan
de nuevo; no revive; mas yo sé que este verso

que nadie quiere, ni yo, es justo el mío.

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